martes, 18 de marzo de 2025

Keep calm and tómate una valeriana o dos

Una vez usé esto para hablarle a mi otro yo. Ése que sentía como encargado de mi vida cuando yo no podía más. También hablé con Rabia. Esta vez, toca hablar con Ansiedad.

- Siempre estás ahí. Más alta o más baja. Pero estás ahí. No me gusta.

+ No le gusto a nadie. Pero es lo que hay. Yo tampoco elijo aparecer. Me invocais cual demonio en un rito satánico.

- Buen símil. Me gusta. ¿Sabes cómo te defino en mi vida?

+ Iluminame.

- Como una habitación desordenada. Llena de cajas y trastos por todos lados y una radio sonando a todo volumen. Pero, no la encuentras. Ni si quiera eres capaz de identificar lo que suena. Si son voces, música o son interferencias.

+ Me gusta esa comparación. Igual es más acertada o más... Visual.

- Pues eso. El caso es que me canso de no entender lo que suena por la radio. Acepto que no la encuentre, pese a que me toque los huevos. Pero mínimo saber lo que suena. Igual entonces no me afectarías tanto.

+ Igual volver a terapia te agudizaria el oído. ¿No lo has pensao?

- Lo peor de todo es que pensé que ya estaba bien. Que no necesitaba ya la terapia. Pero esas dos noches en Madrid... Ése sentimiento que me dañaba por dentro... Encendió las alarmas. Y ahora pues te noto más fuerte. Me gustaría poder entenderte. Te acepto como parte de mi ser. Pero quisiera entenderte para, por lo menos, aliviar un poco la presión en el pecho. Lo gracioso es que desde fuera nadie lo nota. Bueno, si. Alguien si. Pero en general no. Supongo que cada uno es intenso a su manera y a mí me ha tocado serlo de forma interna.

+ Igual la terapia te ayuda a entenderme. Sé que a veces complico la vida, pero si quieres puedes verme como una señal del cuerpo cuando algo no anda bien.

- Precisamente tú eres lo que provoca que la cosa no ande bien. No me dejas dormir. O me despiertas. O haces que no quiera estar ni en mi casa. Ojalá funcione, pero hasta el mes que viene no puedo ir de nuevo a terapia.

+ Pues a ver si hay suerte y podemos entendernos. Te diría ya nos veremos pero, me quedo aquí. Al menos durante un tiempo.

- Si, ya. Lo sé. 

domingo, 2 de marzo de 2025

¿Lo harías?

Piensa en algo que ocurrió en el pasado. Eso que hiciste o te hicieron. Puede que en algo que te hiciera daño, muchísimo. La cosa es: si te dieran la opción de volver al pasado y modificar ese hecho para que nunca ocurriera... ¿Lo harías? Medita bien la respuesta porque no es fácil. Vas, lo cambias. Y, ¿luego qué?

Tengo el pensamiento de que todo lo que ocurre en nuestra vida, ocurre por algo. Nos cambia. Nos mejora o empeora. Pero, a fin de cuentas, no seríamos los mismos si no hubieran ocurrido esos actos. No hay acto sin consecuencia, por decirlo de alguna forma.

Lo que quiero decir es que, es lógico que nos gustaría cambiar cosas de nuestra vida. De nuestro pasado. Pero, sin todo lo vivido, no seríamos quiénes somos hoy. Ya sean cosas malas, buenas, reguleras... Nos han hecho como somos ahora. Y hemos superado mucho para llegar hasta aquí. Hemos aprendido de lo ocurrido. De los errores. De las victorias. Porque sí, la vida es una mierda. Pero también es aprendizaje. Puede que a veces debamos aprender a base de hostias. Pero nadie nos dijo nunca que iba a ser fácil. Y quien lo haga, es que no sabe nada de vivir.

Vive. Aprende. Coge aire cuando lo necesites y demuéstrale a la vida que, si has llegado hasta aquí. Puedes con todo. No necesitamos volver al pasado para cambiar las cosas. Por mucho que nos gustaría. Porque, sin ése algo, sin ese aprendizaje, no estaríamos aquí hoy en día. 

Y tú, ¿lo harías? 

lunes, 18 de noviembre de 2024

Orden

Es curioso lo que relaja ver una estancia ordenada. Piensas que no, que no molesta ese desorden. Pero ves todo en su sitio. Que hay huecos. Que no está todo encima de todo. Y respiras y sientes paz. Así de fácil debería ser ordenar los pensamientos, ¿cierto?

Entrar en tu cabeza. Ver todo lo que está patas arriba (porque lo está). Ser capaz de ordenar todo y sentir esa paz. Esa tranquilidad de que hay espacio. De que los pensamientos no se están amontonando unos encima de otros. Sentir ruido en la cabeza. Como si, debajo de toda esa mierda, hubiera una radio sonando a todo lo que da, sin identificar siquiera qué música suena y no tuvieras las narices de encontrarla y apagarla. O al menos bajarle el volúmen.

Es algo realmente molesto. No ser capaz ni de saber qué coño suena. Hay días en los que parece que se ha caído un cojin encima y opaca el sonido un poco. Ahí se respira algo de paz. No mucha, no vaya a ser que me acostumbre.

Últimamente siento eso. Que tengo mucho desorden mental. Que no soy capaz de ordenar esas cajas que hay por no saber etiquetarlas (entiéndase el símil). Si lo supiera, quizás podría encontrar también el camino a esa radio y bajar el volúmen de los huevos. Pero bueno, me conformo con ser consciente de ése desorden. Es un consuelo de mierda. Pero creo que sería peor no ser consciente de ello.
Pero en cuanto encuentre esa radio, la mando al carajo muy fuerte. 

Ha sido una entrada extraña. Pero al menos así sabéis cómo tengo la chota. 

Hasta más ver. 

jueves, 13 de julio de 2023

Soledad. Miedo. Ansiedad

Nunca pensé que tardaría en escribir cuanto más falta me hacía. Quizás se deba a sucesos de estos días o de hoy mismo. Si me apuráis mucho. Siempre tiendo a hablaros en plural. No sé muy bien a quiénes me dirijo. Igual es a más de una persona (por lo que el plural valdría), a Irene (la pobre suele tener la desgracia de leerme) y a mi mismo... O bien directamente a mi mismo. Pero como estoy loco IGUAL HABLO CON MÁS DE UN YO!! Os acordáis de eso, ¿no? Los diferentes yoes... Qué tiempos aquellos...

Luego mi psicóloga me explicó el por qué mi cabeza decidió escribir esas entradas y cobró sentido. Luego, me explicó otra cosa (LA cosa) y mi vida cobró más sentido. Pero eso lo dejaré para otra entrada. Igual me animo y también la escribo ahora. Justo cuando publique esta. Que ahora me he fijado en que se pueden programar las publicaciones. Primera noticia. A lo que iba, que divago.

Estoy yendo a otra psicóloga. A ver, técnicamente sí. Aunque pertenece al gabinete de la anterior. Orientate con María, os la recomiendo muchísimo. Y me presentó a Clemen, mi nueva psicóloga. Pues el otro día, en sesión, después de desahogarme, llegué a la conclusión de que me sentía solo. Pero no en ése momento, sino toda mi vida. 

Hice balance de la misma y me si cuenta de ello. Siempre he sentido que en clase estaba ahí. Simplemente existiendo. Pero que realmente no le importaba a nadie. Si faltaba, nadie se daría cuenta. A nadie le importaba. Cuando repetí, mis compañeros pasaron de mi. Me los cruzo ahora y creo que casi ni me saludan. Con mi grupo de amigos de donde vivo, lo mismo. Siempre he sentido que no encajaba. Igual era por la diferencia de edad, de gustos... Igual todos estos años me esforcé por encajar. Y me ha hecho más daño que beneficio. 

Incluso ahora, me siento así. Y diré lo mismo que le dije a Clemen: sé que soy importante para mi hijo. Sé que soy importante para Irene. Sé que soy importante para mi madre y mi hermana. Pero, esto mi cabeza me dice que es lo lógico. Que para mi hijo sea importante, es lo lógico. Soy su padre. Que para Irene sea importante, es lo lógico. Soy su compañero de vida. Que para mi madre y hermana sea importante, también es lógico. Soy su hijo y hermano. Mi cabeza me dice que otra cosa no sería lógica. Entonces, ¿qué? 

En el trabajo no me siento valorado. Abusan de mi. Me exigen demasiado y luego nunca agradecen nada. Siento la mirada de todo el mundo. Que estoy a prueba todo el tiempo. Nadie me dice "Dani, lo estás haciendo bien". Nadie. Y no sabéis la falta que hace escuchar esas palabras. No me siento valorado. Lo repetiré las veces que haga falta. Pero, esa es la cosa. No puedo darme a valer si no me siento así.

Estoy mal. Soy consciente que estoy mal. Toda esta situación me ha llevado a tener una fuerte ansiedad. A no dormir por las noches. A no querer que lleguen los lunes. A no querer salir de casa y quedarme en mi cuarto viendo la tv o jugando a la ps5 únicamente para tener la mente ocupada. Porque, en ella, sólo hay ruido. Como si mil voces hablaran a la vez. 

Sé que me recomprondré en algún momento. Lo sé. Pero, a veces, se me acaba el positivismo. Nunca me he sentido así y eso me agobia. Me da miedo. Porque no sé cómo ayudarme. No sé cuando saldré de este pozo. Que sí, que saldré. Pero necesito saber cuando. 

No quiero no poder más. No quiero ir con una máscara a mi trabajo. A las quedadas con mis amigos. No quiero rendirme. 

No quiero. Ni puedo. 

Hasta más ver. 

lunes, 2 de enero de 2023

Año nuevo, misma actitud. ¿No?

El otro día en la radio, me preguntaron acerca de mis propósitos para éste nuevo año. Mi respuesta fue que no tenía ninguno. Que, de hecho, el propósito que tenía era no tener propósitos. Y creo que mentí. Porque, sin quererlo, estoy haciendo uno: pasar de aquellas personas que pasan de mi. Suelo ir siempre detrás de las personas. Ya sea para no perder contacto, para no perder la amistad, para darles un toque de atención en plan "¡Ey, no te vayas de mi vida!".

Pero creo que ya me he cansado. Siempre tiro yo del carro. Siempre me acuerdo yo de felicitarles el año, de desearles felices fiestas, de mandarles un video en Instagram que me haya recordado a esas personas o bien que pienso que les puede gustar... Pues ya no. Al carajo. Estoy harto. Debo tener el pensamiento de que, si no me hablan, si no se acuerdan de mí, yo tampoco debo hacerlo en la otra dirección. No puedo obligar a esas personas a seguir en mi vida. Si no me quieren en la suya, pues que les den por culo y un abrazo.

La vida te junta con personas que solo están de paso. Aparecen en momentos concretos de tu vida y se van cuando ya han cumplido. Amistades con fecha de caducidad oculta. Sí, se le puede decir así. Seguramente incumpla mi nuevo propósito más de una vez. Pero, al menos, prometo mantenerlo todo lo que pueda. Aunque a veces ceda. 

En fin, que feliz 2023 y esas mierdas.

Hasta más ver. 

lunes, 19 de diciembre de 2022

Miedo a dormir

Temo a la muerte.

Sí, he querido empezar así la entrada tras más de un año de ausencia. ¿A qué viene esa frase? Pues que ahora mismo, las 23:23 de la noche, me da miedo dormirme. Y es precisamente por eso. Por miedo a morir. Miedo a no despertarme. Miedo a que un día, de pronto, deje de oir, ver, sentir... ¿Os habéis parado a pensar en ello? Esa sensación... Mucha gente la define como paz. Yo, como motivo de ataque de ansiedad. Porque sí, he sufrido ataques de ansiedad debido a pensamientos relacionados con la muerte.

Creo que se incrementó al morir mi padre. Porque precisamente su muerte fue de un día para otro. No le dio lugar a despedirse. A saber qué le estaba pasando. Simplemente, ocurrió. 

Es curioso que la muerte me aterre y a la vez me fascine. Mi cerebro es complicado, por si no os habéis dado cuenta. Y aquí estoy. Divagando una vez más. Haciendo tiempo hasta que me entre el suficiente sueño como para dormirme del tirón. Quizás no debería pensar en estas cosas. Pero no puedo evitarlo. Y menos en días en los que me siento el cuerpo un poco raro. 

Que la explicación a sentirme raro es muy simple: tengo las cervicales hechas mierda y de vez en cuando me mareo o me encuentro mal. Pero mi cerebro dice que es más divertido ponerme a pensar en que me va a pasar algo y montarme películas con ello. Lo peor es que llevo desde las 05:30 despierto hoy. Pero no estoy tan cansado como debería.

Son ya las 23:30. Siete minutos perdidos en escribir una entrada después de más de un año quejándome de que me da miedo dormirme por si mañana no despierto. Soy un caso... Las 23:32 ya. Qué lento escribo algunas veces.

En fin. Hasta más ver. 

lunes, 23 de agosto de 2021

Yo Soy

Me he dado cuenta de varias cosas mías y he decidido hacer una lista. Sí, así porque si:

- Me gusta hacerme fotos, aunque me da mucha vergüenza subirlas o hacermelas en público.

- Cuando mando un audio por la calle y me cruzo con alguien, corto el audio. Me da vergüenza que me oigan. Si, es una estupidez. Si estuviera hablando por el móvil, seguiría andando tan tranquilo.

- Volviendo al tema de las fotos. Me gusta hacer fotos cuando salgo con mis amigos o mi pareja. Pero me da cosa sacar el móvil y ponerme a hacer fotos. Luego llego a casa y me arrepiento de no haber hecho ni una. Sí así de tonto soy.

- Soy incapaz de cantar en público. Ni siquiera delante de mi pareja. Incluso en el coche, necesito tener el volúmen alto para poder empezar a cantar.

- Me da mucho apuro decirle a la gente que la quiero. A mi pareja me encanta decírselo. A mi hijo también. Pero a mis amigos y demás, no soy capaz. Me pongo súper rojo.

- Siempre mi cabeza va más rápido de lo que es capaz mi boca de articular las palabras. Por lo que me atropello siempre hablando. Y, al pasarme esto, me pongo más nervioso y entonces me atropello más.

- En ocasiones esto me pasa también por miedo a que alguien interrumpa lo que estoy diciendo. Entonces me doy prisa en decirlo y al final tengo que repetirlo de nuevo y paso más vergüenza aún.

- No tengo relación con gente que echo de menos porque espero a que esas personas den el paso. Y como no lo dan, aquí sigo esperando. Pero, eso sí, comiéndome la cabeza.

- Doy demasiada importancia a cosas banales e insustanciales. Esto me crea ansiedad y estrés. Por lo que me paso todo el día estresado. No recuerdo un día tranquilo.

- Tengo como una etiqueta de gracioso. Por lo que siempre siento la necesidad de hacer reír a la gente. Es cierto que me lo considero, pero también la gente me ve así.

- No soporto los silencios. Cuando estos ocurren, siento que la otra persona se aburre conmigo. No paran de decirme que los silencios no son malos, pero ahí sigo. Cuando pasan, intento llenarlos con cosas ingeniosas.

En fin, esas cosas son algunas que me pasan. Las personas que me conocéis, las sabréis. Si alguien me lee y no me conoce o no en profundidad, esto le puede ayudar.

Realmente no entiendo ni yo el motivo de esta entrada. Pero.. Es lo que hay. 

Hasta más ver.