+ Hola.
- Vaya, qué raro.
+ ¿El qué?
- Pensaba que vendrías de nuevo insultandome o algo parecido.
+ No, de momento no. A menos que sea necesario para que me escuches.
- No creo que haga falta. Te voy a escuchar. Primero, porque vas a responder a mis preguntas.
+ Y segundo, ¿tengo que responderlas? ¡Ojo! No sabía que eras un detective... Dígame, señor agente. ¿En qué puedo ayudarle?
- Ja... Muy gracioso... En fin. ¿Vas a responder a mis preguntas?
+ Depende de la pregunta, si.
- ¿Quién eres?
+ Al final tendré que insultarte... Te dije ya quien era. Yo. Y creo que no quieres volver a ése diálogo de besugos.
- No, no. Pero es que no tiene sentido esa respuesta.
+ Quizás seas tú quien no se lo ve. Tienes la certeza que el verdadero Tú, eres tú. Pero puede que te equivoques.
- Vamos a ver. No me líes. Yo soy Yo. Tú eres el que dice que tú eres Yo. Por lo que no puede ser. Si yo soy Yo, no entiendo quién eres tú.
+ .....
- ¿Hola?
+ Si, perdona. Me he dormido en el segundo Yo.
- Así no vamos a llegar a ninguna parte. Eres consciente, ¿verdad?
+ Soy consciente de que para seguir con la conversación, necesitaré café. Voy a por uno y seguimos hablando, supuesto Tú.
- ¿Pero por qué me dices eso?
+ Ya lo entenderás.
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